EL MITO DE QUITUMBE
Versión de Federico Gonzales Suárez
“Según una tradición antigua muy poco conocida, después del diluvio aportaron algunos indios a la bahía de Caráquez; no se sabe si dirigiéndose a ella deliberadamente o arrojados contra su voluntad por la fuerza de las corrientes. Algunos de los recién venidos se establecieron en la punta de Sampu, que hoy se llama Santa Elena; el jefe de ellos era un cacique apellidado Tumbe o Tumba, cuyo gobierno, a lo que se dice, hizo aquella colonia.
Andando el tiempo, como la colonia había aumentado mucho, Tumba creyó oportuno enviar una expedición en busca de nuevas tierras donde poblar: nombró, pues, un jefe y le mandó que siguiese el rumbo hacia el Sur, con lo cual la nueva colonia fue a establecerse en tierras del Perú. Más, Tumba murió sin saber nada acerca de ella, porque ninguno volvió a darle noticias, a pesar de habérselo encargado mucho al tiempo de partir.
Figura dual del Pacífico Ecuatorial.
El cacique Tumbe dejó dos hijos varones, el mayor de los cuales se llamaba Quitumbe, y el segundo Otoya: los dos hermanos no tardaron en reñir después de la muerte de su padre, viviendo en grande desconfianza el uno del otro. Tanto para cumplir las órdenes que el padre les había dado al morir, como para poner término a las desavenencias con su hermano, tomó Quitumbe la resolución de abandonar el país: partió, pues, acompañado de todos los que quisieron seguirle, y fundó una población, a la que, para honrar la memoria de su padre, la llamó Túmbez. Quitumbe se había desposado con Llira, célebre por su hermosura; mas, sucedió que ésta se hallase encinta al tiempo de la partida de su marido, por lo cual no pudo seguirle. Llira, en ausencia de su esposo, dio a la luz un niño, al cual le puso por nombre Guayanay, que quiere decir golondrina.
Guayanay fue el progenitor y padre de quien descendieron más tarde los incas del Perú.
En cuanto a Otoya, se dice que fue muerto por los gigantes, que desembarcaron por aquella misma época en las costas de Manta.
Las crueldades que hacían con los naturales llegaron a oídos de Quitumbe y le inspiraron tanto horror, que salió del pueblo que había fundado y vino a refugiarse en la isla Puná, de donde también al final hubo de emigrar, y subiendo aguas arriba el río Guayas, llegó a la meseta interandina y se estableció aquí con los suyos, echando los cimientos de un reino, al cual del nombre de Quitumbe su fundador se le llamó Quito.
La leyenda añade que Quitumbe regresó después a la costa del Pacífico y que estableció allí una tercera colonia, erigiendo a Pachacámac un templo, el cual llegó a ser famoso en todo el Perú.
Por lo que respecta a Guayanay, vivió en una isla, donde formó también un pueblo numeroso, que al cabo hubo de salir en demanda de la tierra firme, para establecerse en ella, guiado por las cimas de las altas montañas de la cordillera, que se alcanzaban a divisar desde la isla. Esta emigración de los descendientes de Guayanay fue acaudillada por un nieto de éste, llamado Manco, el cual, a su vez, vino a ser el padre de la dinastía de los Incas y el fundador de la monarquía del Cuzco. Puná, el Guayas y Guayaquil, “fundada” por el hijo de Quitumbe.
Versión de Federico Gonzales Suárez
“Según una tradición antigua muy poco conocida, después del diluvio aportaron algunos indios a la bahía de Caráquez; no se sabe si dirigiéndose a ella deliberadamente o arrojados contra su voluntad por la fuerza de las corrientes. Algunos de los recién venidos se establecieron en la punta de Sampu, que hoy se llama Santa Elena; el jefe de ellos era un cacique apellidado Tumbe o Tumba, cuyo gobierno, a lo que se dice, hizo aquella colonia.
Andando el tiempo, como la colonia había aumentado mucho, Tumba creyó oportuno enviar una expedición en busca de nuevas tierras donde poblar: nombró, pues, un jefe y le mandó que siguiese el rumbo hacia el Sur, con lo cual la nueva colonia fue a establecerse en tierras del Perú. Más, Tumba murió sin saber nada acerca de ella, porque ninguno volvió a darle noticias, a pesar de habérselo encargado mucho al tiempo de partir.
Figura dual del Pacífico Ecuatorial.
El cacique Tumbe dejó dos hijos varones, el mayor de los cuales se llamaba Quitumbe, y el segundo Otoya: los dos hermanos no tardaron en reñir después de la muerte de su padre, viviendo en grande desconfianza el uno del otro. Tanto para cumplir las órdenes que el padre les había dado al morir, como para poner término a las desavenencias con su hermano, tomó Quitumbe la resolución de abandonar el país: partió, pues, acompañado de todos los que quisieron seguirle, y fundó una población, a la que, para honrar la memoria de su padre, la llamó Túmbez. Quitumbe se había desposado con Llira, célebre por su hermosura; mas, sucedió que ésta se hallase encinta al tiempo de la partida de su marido, por lo cual no pudo seguirle. Llira, en ausencia de su esposo, dio a la luz un niño, al cual le puso por nombre Guayanay, que quiere decir golondrina.
Guayanay fue el progenitor y padre de quien descendieron más tarde los incas del Perú.
En cuanto a Otoya, se dice que fue muerto por los gigantes, que desembarcaron por aquella misma época en las costas de Manta.
Las crueldades que hacían con los naturales llegaron a oídos de Quitumbe y le inspiraron tanto horror, que salió del pueblo que había fundado y vino a refugiarse en la isla Puná, de donde también al final hubo de emigrar, y subiendo aguas arriba el río Guayas, llegó a la meseta interandina y se estableció aquí con los suyos, echando los cimientos de un reino, al cual del nombre de Quitumbe su fundador se le llamó Quito.
La leyenda añade que Quitumbe regresó después a la costa del Pacífico y que estableció allí una tercera colonia, erigiendo a Pachacámac un templo, el cual llegó a ser famoso en todo el Perú.
Por lo que respecta a Guayanay, vivió en una isla, donde formó también un pueblo numeroso, que al cabo hubo de salir en demanda de la tierra firme, para establecerse en ella, guiado por las cimas de las altas montañas de la cordillera, que se alcanzaban a divisar desde la isla. Esta emigración de los descendientes de Guayanay fue acaudillada por un nieto de éste, llamado Manco, el cual, a su vez, vino a ser el padre de la dinastía de los Incas y el fundador de la monarquía del Cuzco. Puná, el Guayas y Guayaquil, “fundada” por el hijo de Quitumbe.
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