
“Las mejores piernas de Colombia” decía Carlos, y no se equivocaba. Recordaba muy bien a esas muchachas de la Universidad Bolivariana de Medellín. Ya a fines de los setenta cuando salió de la Universidad ganó el primer lugar en el diseño habitacional ecológico, también expuso su obra en el Museo de Arte Contemporáneo de su ciudad, pero aquello no había hecho que deje de ser tímido ante el público y ante las mujeres.
Años después su familia lo envió a España para que se destape, sea un poco más atrevido. Un día ya en España tuvo que viajar a Florencia a estudiar una obra de arte, pero ¡Ho! sorpresa, se encontró que no había ninguna obra, solo una mujer, y como hacía calor aquella mujer dijo, “Hace calor”, entonces Carlos interpreto de otra manera y empezó a estudiarla a ella, aquella mujer dijo “está loco” pero minutos más tarde éstos extraños personajes estaban dándose abrazos y ella lo acariciaba, lo mimaba y lo llamaba a la calma ya que él sufría porque era el único hijo en su familia.
Años después su familia lo envió a España para que se destape, sea un poco más atrevido. Un día ya en España tuvo que viajar a Florencia a estudiar una obra de arte, pero ¡Ho! sorpresa, se encontró que no había ninguna obra, solo una mujer, y como hacía calor aquella mujer dijo, “Hace calor”, entonces Carlos interpreto de otra manera y empezó a estudiarla a ella, aquella mujer dijo “está loco” pero minutos más tarde éstos extraños personajes estaban dándose abrazos y ella lo acariciaba, lo mimaba y lo llamaba a la calma ya que él sufría porque era el único hijo en su familia.
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